Niebla
sobre el destino
y me pregunto
a qué espera el tiempo
para mostrar
de la luz
su primer rayo.
Y a pesar de mi ceguera
sí puedo ver tu sensatez
y tus huellas sobre la arena
serán mis lámparas al atardecer.
Niebla en mi vida
fui la excepción que confirma la regla
en cada tiempo y lugar
y, por vivir a corazón abierto,
desconfío de mi orgullo
y vanidad.
Enséñame, oh musa,
pues no sé cómo hacer,
lo haré así:
si guardas silencio, yo haré lo mismo,
si te acercas a mí,
yo me acercaré a ti,
si te alejas, yo me alejo,
si me amas, te amo,
si no me amas,
fingiré que no te amo.
Mis palabras pueden ser fútiles,
indignas de tu beldad,
y sólo te pido
que de mis versos creas esta verdad :
en el amor verdadero
no cabe el olvido
y si soy tu amigo
con ello me conformo
y si te escribo estos versos
es porque confío más en ti
que en mí mismo.
Así que lo dejo en tus manos
por el ímpetu de mis vientos
por la flor de mi querer
la niña de mis ojos.
J.A.P