miércoles, 18 de enero de 2023

Psicoespirituales

 Existen muros tan altos y fornidos que ninguna imaginación podría derribarlos. Despertar con la luz matinal, mirar las últimas sombras de la noche, y suspirar por que éste sea un día revolucionario. Luego vendrá la dirección de lo obligado que va marcando los pasos, repitiendo los pensamientos y los movimientos del cuerpo. Entonces irrumpe un túnel con fondo de callejuelas de algún lugar soñado que se instala en la realidad. Las callejuelas no son la realidad, sino las almas que por allí sienten, esperan, caminan. Pero no es esa la ilusión que alimenta el viaje, sino la esperanza de expresar y ser comprendido, o, de lo contrario, guardar silencio para siempre. Otra vez el ego golpea y obstaculiza el que la revolución sea posible. Siempre a la defensiva, siempre tratando de hacerse el héroe. Porque hay dos formas de victimizarse: una es la que tiene su origen en saber que estamos en el error pero no sabemos abandonarlo. La otra surge cuando estamos en la verdad pero sin convencimiento. Y de qué vale la verdad si no la traducimos en sustancia para la vida. Esparcirse, contagiados y contagiosos, entre las gentes, anónimos pero íntimos, con delicadeza, expresión y júbilo, hasta el final del día, tocar las almas y que la propia alma sea tocada.  


     J.A.P

La muerte nos rodea (Dawn of the Dead, 1978)

La muerte nos rodea la muerte nos rodea ¿suicidio? nooooo lucha hasta el final La noche se hace eterna la noche se hace eterna ¿soñar? noooo...