lunes, 3 de octubre de 2016

Elogio al shofar


Frente al estado de inopia sensitiva y espiritual que nos enferma. En cualquier momento, en mitad de la noche, o especialmente al alba, surge una idea acompañada de una emoción muy intensa. Entonces miras a tu alrededor, y ves que el mundo calla, nadie percibe, nadie sabe. Y, peor todavía, tú mismo tampoco sabes. Percibes la idea, pero no cabe en un alma encerrada entre los cauces de la normalidad. Si la emoción te desborda puedes llorar, o intentar la catarsis escribiendo un poema, lanzando un grito sobrehumano, imaginar una melodía. En cualquier caso, un refugio en el "yo", ese que tampoco sabe más allá de la emoción y el pensamiento. La Palabra del Eterno enseña que toda energía debe ser encauzada para aliviar el sufrimiento de las personas que nos rodean. Y que, obviamente, sentimos un estado de alerta porque vivimos en medio de una batalla de la que no siempre somos plenamente conscientes. El shofar puede ser el instrumento de expresión tanto como la alerta externa que define exactamente de qué va la vida, y por tanto puede despertar al durmiente. Merecería un estudio más detallado sobre las cualidades de su sonido, de cómo su vibración excita los sentidos de forma tan templada. El sosiego y la paz de quien lucha sabiendo que un Rey viene, aquel que venció al mundo y tiene la legitimidad para gobernarlo. Contra todo lo que no sea puro y santo, la humilde disposición de Cristo que vence con palabras que son como espadas de sanación. La misma precisión del shofar. Estos sonidos tan primitivos convendría desarrollar de cara a cuidar las avenidas del alma.

                                             
      




 

La muerte nos rodea (Dawn of the Dead, 1978)

La muerte nos rodea la muerte nos rodea ¿suicidio? nooooo lucha hasta el final La noche se hace eterna la noche se hace eterna ¿soñar? noooo...